domingo, 26 de abril de 2020

[PACK] Hedonismo de chocolate


El chocolate puede ser dulce, y puede ser amargo. Puede estimular tu paladar completo con su complejidad. Tu cerebro se sobrecarga con el contraste y libera felicidad en hormonas, premiandote por nada, premiandote por darte placer, premiandote por hacer de tu vida una muestra de hedonismo.
El placer es el fin último de la vida, ven y compartamos mi cuerpo;
quiero servirme de tus manos y tus labios, amasando mi cuerpa a la absoluta armonía del estímulo quiero servirte con mi voz, mi sexo y mi pasión.
Seamos un hedonismo liberado, encontremos la locura en embriagante nectar del sudor
Hagamos el amor en las paredes de tu mente, dejame domarte, hasta que tu sueño se convierta en tu perdición ♥

 








lunes, 6 de abril de 2020

Expediente 5 pt 1: Metamorfosis

Antes de ser una mujer, fui hombre. Y hombre hasta donde el sentido común le dicta a la sociedad que debiese ser uno: cuando nací, me intentaron criar como uno, pero siempre supe que esa era una prisión, una crisálida social que quería destruir. Para romper ese capullo, tuve que buscar muchas formas de ser "una mujer". El sexo es un sentido primal, un instinto donde la pasión se desata, donde la carne habla por si sola y los aromas se mezclan en un perfume embriagador. Siempre fui buena en el sexo, me puedo jactar sin problemas de eso. Lo tenía mucho y cuando quería. Tanto hombres, mujeres y aquelles que yacen ente medio cayeron en mis encantos dentro de una disco o un bar mas de una vez. Una salida de cacería sexual con un amigo gay y su novio, donde la noche no fue muy fructífera para mi, conversamos sobre sexo y ellos me revelaron las maravillas de las orgías en saunas: hombres en fila fornicando sin discriminar mucho en habitaciones a media luz, drogas para hacer todo mas fácil, y gente que sabía a lo que iba. Nunca había participado en una orgía así, no mas grande que un trío o un cuarteto a lo mucho a ese punto. Una de las cosas que mas amo de los hombres es su desinhibición por el sexo, así que mientras mas escuchaba su experiencia, mas sentía como mi respiración se iba acelerando. Tal vez era eso lo que buscaba, tal vez era eso lo que quería, y si no lo era, al menos era algo que me excitaba pensar en probar.

"Así que muchos hombres para follar, y la mayoría son activos..."

Le pedí la dirección y como llegar, y estuvo guardado ese papel en mi billetera varias semanas. Nunca me hice el ánimo de ir, nunca tuve el tiempo y mientras mas lo dejaba pasar, mas se iba transformando en una curiosidad mas que en un deseo. Y así pasó el tiempo, hasta que lo olvidé, pero dicen que el destino sabe como movernos hasta donde tengamos que ir.

Una noche, después de irme de una fiesta con el ánimo medio bajo, vestida con lencería y una falda provocativa con la que quería seducir en la velada, me dirigía a mi casa caminando por plazas oscuras y luces anaranjadas, presurosa por las miradas lascivas que se posaban sobre mi. El semáforo estaba iluminado y los vehículos seguían pasando a esa hora de la noche. Varios me hicieron cambio de luces pero estaba media ebria, no me sentí en la confianza de aventurarme en esas osadías. Mi imagen de puta me acusaba, mis botas con taco grueso retumbaban en el silencio solo perturbado por el rugir de los motores, y al momento de cruzar la calle, un chico guapo que venía en sentido contrario me miró y me sonrió al paso. Al llegar al otro lado de la calle, con el corazón confuso, me giré para darle la última mirada antes de seguir con mi trayecto. Ahora eran dos hombres jóvenes en la esquina contraria, dándose un beso apasionado, y después de susurrarse algo en la oreja, caminaron a un edificio verdeazulado tomados de la mano. Un flash pegó en mi mente, y tomé el papel sucio y arrugado dentro de mi billetera para corroborar. Era el lugar, y era la hora propicia. Los hombres titubearon un poco antes de entrar, el chico nuevo le acarició la mejilla, volvió a susurrarle, se besaron y como que hubieran sentido mi presencia voyerista, me miraron a los ojos, sonrieron y entraron. ¿Me habían coqueteado? ¿Me estaban invitando? Mi pecho latía a mil y el alcohol me hizo seguir una ruta de pensamiento que no había tenido. Lentamente me di vuelta, como embobada por una idea de una promesa que jamás me hicieron, hasta que me despertaron a la fuerza. Un bus a mucha velocidad me hizo romper la fantasía, el semáforo había cambiado y no me di cuenta, y casi pago con mi vida por ello. Esperé bajo la protección de esa esquina mi turno para pasar. Un hombre alto y afroamericano se paró al lado mío, revisaba su celular ansioso y tarareaba una canción que no conozco, y yo cada vez mas incómoda, aproveché de cruzar "casualmente" apenas tuve la oportunidad entre los bólidos.

Es el local, pensé. Un par de sonrisas me llevaron a conocer el lugar que alguna vez fantasié. Un olor extraño salía de la puerta, y mientras mas me acercaba, mas escuchaba el murmullo de gimoteos y música de fondo. Entregué mi carnet en recepción, donde la foto del oficinista medio despeinado que ahí salía no calzaba para nada con la bella dama de labios gruesos y rojos que ahí se estaba parando. El hombre de la entrada me dió una llave para un locker una vez que efectué mi pago, y me dió una bolsita con una bata limpia. No necesité nada mas para excitarme a punto, y procedí a ingresar. No conocía el lugar, pero la descripción de mi amigo era bastante acertada. Ingresé a los camerinos a sacarme la ropa y fijarme un poco mas el maquillaje, y una vez instalada frente al espejo, una chica de estatura baja se puso al lado mío a realizar la misma acción en su carita. Tenía el delineador corrido, como que hubiese llorado muy intensa, y su labial estaba pintado por todas sus mejillas y boca. Tomó una botella de agua mineral al seco y entabló una conversación

"No suelen venir muchas como nosotras por acá, y no te había visto. ¿Primera vez?"
"Sí, una recomendación me trajo hasta acá"
- mentí descaradamente para no revelar que me sedujeron hasta ahí- "estoy algo nerviosa y excitada..."
"Eso se nota cariño ♥"
me dijo con un gesto pícaro, y suavemente puso su mano bajo mi falda para tantear mi pene duro y masturbarme un poco.

La chica prosiguió la conversa mientras me masturbaba casualmente, y yo como podía terminé mi maquillaje, deseosa de seguir siendo tocada pero abrumada con la idea de adentrarme en esa experiencia nueva para mi. La chica cuando vió que estaba guardando mi maquillaje en el estuche, rápidamente se puso en cuclillas para darme un oral y masajear mi ano con un poco de su lubricante. La tomé con delicadeza para no arruinar su maquillaje ya arreglado, pero fue inútil ya que al hacerme una garganta profunda al pene que ella misma había endurecido con su mano, volvió a correr su delineador y labial. Nos reímos y le regalé uno de mis labiales rojos intensos permanentes, el mismo que había usado yo para prepararme hace unos minutos atrás, y le besé el cuello mientras mi mano se deslizaba por sus gluteos. Al acercarme a su ano, toqué un poco de semen y se lo removí hacia dentro de su cuerpo con la yema de mis dedo índice mientras le mordía suavemente. Suspiros femeninos y unas palpitaciones de su pene pequeño fueron mi pago por el labial. La solté después de unos segundos fogosos, y la miré a los ojos.

"Mirate en el espejo, mi labial no te manchó. Ojalá te sirva ♥"

Mi pene palpitante de la emoción costaba entrarlo a mi pequeña tanga, pero intenté separarme de esa sucúbo lo más rápido que pude antes que me dieran ganas de mas.

"Ooooh increible, gracias. Te veo en un rato adentro" exclamó feliz mientras miraba su labial nuevo y yo me dirigía al interior después de guardar mis cosas. Dentro del casillero había una bolsita de mano, la cual tenía dos condones y un paquete de lubricante. Me acerqué al expendedor de preservativos que había anclado en una pared, y compré 5 mas. Me quedé solo en portaligas y medias, y con la bata de la entrada envolví mis cuerpa, solamente mostrando mis pies descalzos asomados por debajo de esta.

Evité los saunas de la entrada, que eran lugares de conversación para los que querían romper el hielo, y fuí directamente al fondo del local. El pasillo largo tenía mil puertas por cada lado, y cada puerta entreabierta dejaba ver gente gozando su corporalidad. Al final del pasillo, una escalera hacia el subterráneo, donde los orgasmos ya eran audibles sin duda alguna. Bajé lenta la escalera, y entré al antro prometido: un cuarto de al menos 20 metros cuadrados una cama king size al medio donde fácilmente habían 6 siluetas moviéndose rápido, un sofá con unos grupos besándose y otros descansando después de la acción, paredes llenas de chicos parados uno al lado del otro recibiendo en distintas posiciones... ¿era esta la entrada al cielo o al infierno? Mi mente nublada con el espectáculo diluía la música y gemídos en un murmullo constante y cuando salí de mi fantasía, me encontré a mi misma parada al lado del chico del semáforo. Me volvió a mirar y con un suave ademán, deslizando su mano por mi cintura para envolverme, detuvo su palma en el nudo de mi bata.

"¿Puedo?" me dijo, mientras me ofrecía una botella que jamás había visto pero conocía. Popper, el legendario dilatador. Tragué saliva y asentí con la cabeza. Puso la botella en mi mano y me consultó si sabía usarlo. Volví a asentir, silenciosa. Abrí la botella y mientras aspiraba su contenido, su mano desabrochaba mi bata con maestría, como que hubiese abierto muchas antes. Mis ojos ya se acostumbraron a la iluminación y las siluetas ya no eran sombras, era una decena de hombres en lujuria máxima, y cuando me sacó la bata para colgarla, vi varias orbes blancas en mi dirección: los ojos de los locales juzgaban a la nueva visitante, una que no habían visto. Mi cuerpo en lencería sacó un silbido y un beso al aire, y mi miembro -que ya no daba mas en esa prisión de seda de mi ropa interior- apuntaba hacia la cama, como queriendo adelantarse al resto de mi cuerpo, con vida propia. Segundos tomó en hacer efecto la droga, y mi mente solo se dejó llevar por el momento, no sabía que deseaba tanto esto, y lo iba a gozar para dejarlo plasmado en las mentes de todos...

El Perfume

Dos días sin bañarme, esa era su exigencia. Dos días donde tuve que cuidar mi dieta, mi ejercicio y mi hormonación. Dos días donde no tuve...