Contabas los días para tu cumpleaños. Lentos, malditos, ya te habían rechazado una vez, no podías permitirte otra mas. "Hablame en dos meses mas entonces" te dijo, ¿acaso sabía ella lo que tu sufrías? ¿lo que tu la deseabas? ¿como mirabas sus videos una y otra vez, pensando en escuchar su voz detrás de tu oreja? Ella solo era una puta, jamás iba a entender tu amor, tu obsesión, tu capricho... ella no sabe nada...
Ya tenías el dinero y la disposición, solo te faltaba el tiempo. El tiempo de madurar, de legalizarte, de dejar de ser un niño. Ya solo faltaba un mes. Seguías bloqueado de su Whatsapp, seguías desesperado por ver su foto, ya no subía fotos, sus cuentas habían sido bloqueadas. ¿La habrás perdido para siempre? ¿Acaso tu última oportunidad de besar sus labios se fue? No, seguía posteando en su Facebook, seguía apareciendo en otros perfiles, seguía escribiendo... los días pasaban lentos, y cada pensamiento que terminaba en la punta de su pene volvía a alargar la espera. Solo un mes mas, maldito Cronos, avanza y deja probarla...
"Cumpleaños feliz, te deseamos a tiiii..."
La familia todavía te preparaba cumpleaños; las caras de tus tías reflejaban la ternura sobre ti. La ropa ancha te colgaba un poco y tu pelo largo te feminizaba el perfil. La torta se acercaba lenta con cada canto, y las velitas destellantes hacían ver que todos estaban emocionados. Sentías que todos sabían, que todos pensaban que ya estabas decidido, pero los compañeros de curso solo pensaban en terminar esto para volver a sentarse a jugar en la consola, y tus tías solo querían volver a comadrear entre ellas. No, nadie sabía, y nadie tenía que saber.
"...que los cumplaaas feeeeeliiiiiiiiiiz ¡Pide tres deseos y sopla!"
Quiero comer su cuerpo
Quiero recibir su leche
Quiero gemir tan rico como gemía ella
Fwooosh...
"¡Bravooo! Ojalá que se te cumplan, ¡ahora a los regalos!"
Todas te habían solo regalado dinero, como pediste, pero nadie supo cuanto. Siempre has sido un chico ordenado, así que tu mamá nunca cuestionó como invertirías ese capital. Cada sobre con un billete fomentaba tu erección, escondida bajo tu polera larga de anime, cada billete te acercaba a mas tiempo con ella. Cuando superaste la barrera de los cien mil pesos, podías sentir tu líquido preseminal manchando tu calzoncillo, y la erección molestándote al punto de necesitar correrla con la mano. Es como que tu pene quisiera ir a verla, sabiendo que la barrera que ella te puso acababa de ser rota, como un hechizo, una maldición que no te permitía entrar a su templo. El sello había sido roto, y el demonio liberado.
Una vez se fueron las visitas y terminaron de limpiar con tu madre, volaste a tu cama, fingiendo cansancio, aunque tu madre pudo ver la emoción en tus ojos antes de retirarte. Ocultarlo era imposible, y mientras mas te demoraras, mas te costaría esconderlo. Cerraste tu cuarto por dentro y saltaste a la cama con el celular en la mano; estabas desbloqueado, sus labios carnosos y rojos eran su avatar nuevo, después de esos dos meses de ver solo un ícono gris eran una visión casi de ensueño.
"Ya pasaron dos meses, tengo 18, ¿podrías este sábado?"
"Hola bebé, si te recuerdo, feliz cumpleaños, te estaba esperando❀"
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El Perfume
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