Una geisha no descuida su tiempo, y como día inaugural de mi okiya, empecé a las 9 AM a prepararme para atender a mis visitantes. Suena mi teléfono y al tomarlo, una voz ronca me respondió mi buenos días
-¿Moka Stardust? He visto su aviso de dominatrix, y quisiera entrenar en su pie, ama.
Una sonrísa suave iluminó mi cara aún si maquillar. "Entrenar en su pie, ama", este sumiso tenía potencial. La madera de sumiso es difícil de encontrar; mucha gente quiere probarlo, pero poca tiene la paciencia, voluntad y deseo de complacer innato para serlo. Un poco encendida por su petición, respondí:
-Buenos días plebeyo, ¿así que quieres probar sesionar conmigo? ¿Es tu primera vez?
-Bueno, la verdad es que si, he sido curioso al tema pero tu oferta se veía como alguien que daría gusto sesionar. No tengo mucho tiempo, tengo que volver a mi país, ¿podría ser a las 1PM? Quiero una sesión larga si está disponible, Diosa.
Ara ara~ cada vez me gustaba mas como sonaba este individuo. Acordamos mi tributo y juntarnos mas tarde en un motel cercano a mi okiya. Puntual estaba yo en la entrada del motel, y en menos de 2 minutos esperándolo, llegó. Un oficinista un poco transpirado, de cabello corto y alta figura, incluso para mi (que soy bastante alta), me dio sombra en ese día de verano con su altura, una sonrisa media tímida y un saludo un poco tartamudeado.
- Gracias por esperarme Diosa, ¿Entremos?
Un escalón mas arriba, la entrada con luces neón nos esperaba. Eligió una suite cara, primando nuestra comodidad, y en una adornada cama con detalles bicolor, y dejando mi mochila en una de las orillas, me tendí sobre el aterciopelado cubrecama. Con un gesto de mi mano, tomó sus cosas, una de las toallas disponibles y procedió a bañarse, para sacarse el sudor de esa calurosa tarde. En cambio yo, que me había bañado antes de salir, solo me puse mi peto y calzas de ecocuero, conservando mi dulce transpiración, olores y sabores, los cuales explícitamente me había pedido.
Al salir del baño, con la toalla envolviéndolo y el pelo mojado, el sumiso me recorrió con la mirada de pies a cabeza, atónito. Estiré mi pié desnudo y abrí los dedos, y como un perro desesperado se lanzó a lamer mis puntos sensibles hasta hacerme gemir un poco del placer. Cuando su erección empezó a desanudar su toalla, volvió a la realidad y puso su tributo entre mis dedos. Para una geisha, el pago de su arte solo la enciende mas, y efectivamente, en el mismo movimiento de manos que usé para guardar mi tributo, tomé un frasco de crema y para mi placer, dibujé un camino desde el pulgar del pie, subiendo por mi calza brillante hasta mi miembro, ya erecto por toda esa previa. Se volvió un animal sin control devorando la crema, y al llegar a mi miembro, lo tomé del cuello y lo ahorqué con mis muslos, cortando su respiración entre el olor a sudor de mi entrepierna, la presión de los muslos con textura de cuero y mi pene en su máximo resplendor. Había traído una bolsa al llegar de una conocida sexshop, la cual entregó en mis manos, y ordenando los juguetes sobre la cama, empezamos su entrenamiento.
Látigos, esposas, aceites y máscaras fueron parte del mindbreak que realicé con el, drogado y alcoholizado, susurrando hechizos en su oreja que le recordaban que yo estaba a cargo, que yo era su deidad, que su cuerpo y mente me pertenecían, para terminar con mi trasero en su cara, adorándome con su lengua en mis partes sensibles. Al sonar su alarma, besó mi mano, se disculpó, y saltó a la ducha, donde raudamente lo seguí; el me había pedido una fantasía que se le había olvidado pero teníamos tiempo suficiente para terminarla. Dentro de la ducha, se arrodilló delante mió, lo entendió todo cuando me vió entrar ahí. Lo bauticé con mi lluvia dorada, y lo besé
sellando el pacto con mi bendición lechosa en su boca. 3 horas estuvimos en esa habitación, pero el placer nos hizo sentir que
fueron minutos, donde cada juego y acción nos llevaba a un paso mas
adelante para su sumisión. 3 horas estuvimos
en esa habitación, pero lo sentí como una corta presentación. Lo dejé para que se duchara, y procedí a prepararme para retirarme, ya vestida lavé mis dientes mientras el terminaba de peinarse, y salimos. Un beso en la mejilla nos dió la confidencia de dos amigos, y se despidió, perdiéndose entre la gente, apurado para alcanzar su vuelo. Que honra saber que un poco de mi espíritu es capaz de viajar tan lejos, enterrado en las llagas de su espalda y memorias en su corazón. Prometió volver, y cuando vuelva, espero que no estemos solo 3 horas sino una noche completa para nuestro placer y entretención ~★
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